Era el tarcal y las flexes terpines
girospaban y tregureaban en el redín;
los borogoves estaban misines
y los deros verdales muflaban por fin.
...
JABBERWOCKY
"La memoria siempre funda el mañana". Subcomandante Marcos.
De poco me sirvió esa noche la sabiduría chamánica y el círculo azul imaginario en el que pretendí refugiarme: el peso invisible del pasado se convierte siempre otra vez en presente.
Siempre vuelvo a "ser" a través de otros. Por lo que fuí, soy y seré. Aunque ni yo sepa lo que soy estáticamente.
¿No importa más que lo que hayamos sido, lo que podemos llegar a ser?. Lo que ya somos y negamos. Lo que no nos atrevemos a ser. Lo que somos en acto, aunque no en potencia.
Estamos empeñados en actualizar el pasado continuamente.
El pasado, pasado es, pero el presente también es pasado. Y hasta el futuro...
No hay tres tiempos, hay solo uno: la memoria.
El tiempo es memoria de una realidad ficticia que acumulamos en nuestras mentes. Regimos nuestras vidas a través de el y hasta llegamos a creer que la vida es sólo un poco de tiempo, como si no fuera absurdo pensar que es algo entre nada. Algo que viene de la inexistencia, del no-ser, para ser sin motivo durante un tiempo y luego volver a no-ser, sin más.
Somos esclavos de la memoria, de los relojes. Los ponemos cerca del cielo limitando el infinito. Los llevamos en las muñecas como esposas que limitan nuestra libertad.
No somos porque ya fuímos, no seremos porque ya habremos sido, solo hay un tiempo: la memoria.
¡Bendito sea el olvido!.